En el año 2011 Joel Jerome publicó un doble disco titulado When Beck Was Cool, compuesto por versiones de los primeros temas de Beck Hansen. Hay que entender este disco como un homenaje y una crítica: queda claro que Jerome admira al Beck de los primeros noventa, el gamberro que tituló su primer single como MTV Makes Me Wanna Smoke Crack, y no muestra ningún interés por el Beck del siglo XXI. En cierto modo entiendo este punto de vista, pues soy el primero que se enamoró de aquel Beck con sus composiciones musicales sencillas en un estilo muy particular que se dio en llamar antifolk. Para aquellos primeros trabajos Beck podía producir una ingente cantidad de pequeñas canciones que terminarían siendo publicadas en sellos independientes o pasando de mano en mano en formato pirata. Hablamos del Beck de antes de darse a conocer al gran público con su súper ventas Loser pero no solo. En el año 1994 (año en el que Loser se coló en las listas de éxitos) Beck publicaría su primer disco con un gran sello (Mellow Gold) además de otros dos de sonido acústico, cargados de grabaciones caseras, para un sello independiente (One Foot in the Grave y Stereopathetic Soul Manure). Con estas publicaciones Beck dejaba claro que aunque había entrado en el negocio discográfico no estaba dispuesto a dejar atrás su forma de hacer las cosas, que seguiría componiendo canciones underground no destinadas al gran público (algunas canciones son tan deliciosamente de andar por casa que parece mentira que las escribiera un artista de renombre internacional). Es de estos temas y de algunas publicaciones piratas de las que Jerome toma el material para su disco. Tras aquel 1994 Beck no volvería a publicar ningún disco tan underground, seguramente condicionado por el éxito mundial de su siguiente trabajo. Tras Odelay Beck Hansen no podría volver a hacerse pasar por un músico de sótano.
Yo he sido muy crítico con los últimos trabajos de Beck. Es cierto que en todos sus discos soy capaz de rescatar canciones que me gustan (más en el Hyperspace de 2019 que en el insulso Colors de 2016) pero aunque la crítica haya recogido con entusiasmo algunos discos como Morning Phase (que en 2014 ganó el Grammy a mejor disco del año aunque a mí no me entusiasme) o que algunos me parezcan realmente divertidos (me gustan mucho Gero y The Information) no he vuelto a disfrutar de sus novedades tanto como de sus primeros discos. Esto no hace que termine de darle la razón a Joel Jerome: me hace gracia el título de su álbum (realmente Beck era muy cool con su papel de renegado, un tipo que puso a la generación X a cantar un estribillo en español mientras sonaba un sitar de fondo) pero agradezco que Beck evolucionara como artista. Porque puede que me aburra o incluso desprecie sus escarceos con cierta música electrónica (su disco Colors o su trabajo para la banda sonora de Lego me parecen intragables) pero a un artista no se le puede pedir que haga siempre lo mismo. Si Beck después del año 1994 hubiera continuado componiendo canciones como Satan Gave me a Taco o Pay No Mind seguramente nos hubiéramos aburrido de él enseguida. Y nunca hubiera publicado Odelay, un disco mucho más ambicioso que sus trabajos anteriores.
Llegados a este punto tengo que aclarar que me intención no era hablar de Odelay si no tan solo de la canción Jack-Ass. Para empezar diría que es su canción más dylanesca (y pensabais que no iba a nombrar a Dylan hoy…) con una letra cargada de imágenes surrealista que recuerda al estilo de Mr. Tambourine Man. La comparación con Dylan tiene otra relación internaste: la melodía del tema es un sample de una versión de It’s All Over Now, Baby Blue que realizó el grupo Them (grupo que pasó a la historia por haber sido fundado por un jovencísimo Van Morrison, vocalista principal) a mediados de los sesenta. Es mi canción favorita de Beck y con el paso del tiempo se ha establecida como una de las más queridas por el público. Da igual en qué punto de su carrera se encuentre el músico californiano, en cada concierto sus fans estarán deseosos de que coja su guitarra acústica (y a poder ser su harmónica) e interprete esa canción que con tan solo dos acordes ya se ha convertido en una de las joyas de sus directos.
En mi caso particular podría asegurar con bastante certeza que Jack-Ass es la canción que más veces he escuchado en mi vida. La combinación de esa melodía pegadiza y la suave voz de Beck no han conseguido aburrirme todavía (y tiene que ser cosa de Beck porque con la canción original de Them no me pasa). Quizás la letra incluso esconda algo que conecta con mis sentimientos más profundos. De alguna forma demasiados veces he sentido que camino en los mismos zapatos viejos.
Después de Odelay Beck publicó dos discos más en los noventa, el surrealista y psicodélico Mutations y el alocadamente funky Midnite Vultures. Todos sus trabajos eran marcadamente diferentes y en el comienzo de siglo siguió este patrón con la publicación de Sea Changes, un disco mucho más introspectivo con letras de carácter más personal. Para muchos este disco ponía punto y final al Beck más canalla y juvenil para dar paso a una versión más madura. Muchos de sus fans se sintieron decepcionados, aquello se había puesto demasiado serio. Seguramente tuvieran razón: Beck acababa de terminar una relación de nueve años y plasmó lo que sentía en un disco más adulto. Con la entrada del nuevo milenio a la generación X le tocaba crecer le gustase o no, cuando se acumulan los años ya no es nada cool seguir siendo un loser.
PD: Para la versión de lujo de Odelay se publicaron dos versiones alternativas de Jack-Ass, una en el estilo que Beck utilizaría para su álbum Sea Changes y otra en español con mariachis incluidos.