«La canción ha ido a más con el paso de los años. No le di muchas vueltas cuando la escribí, a veces con las canciones pasan estas cosas. Ha construido su propia mística con el tiempo y me ha abandonado: ahora pertenece al mundo».
-Ray Davies sobre Days-
Siempre he sentido que Ray Davies de alguna forma me conoce. Me pongo alguna canción suya y a los pocos segundos de escuchar su voz entonando alguna de sus sencillas baladas ya estoy pensando «joder, ese soy yo. Me está hablando a mí». No soy al único que le pasa, The Kinks tiene una legión de fans increíblemente fiel que no desperdician la más mínima ocasión de recordar lo importante que es la banda para ellos. Con regularidad reviso foros, webs y redes sociales en busca de información sobre alguna canción o un directo y siempre me encuentro con comentarios de fanáticos de todo el mundo que insisten en lo infravalorados que están los Kinks mientras repasan anécdotas sobre conciertos, discos de segunda mano y leyendas urbanas. Recuerdo con especial cariño a un usuario que se empeñó en resumirme su vida tomando como índice la cronología de álbums del grupo de Londres. No me sorprendió, de alguna forma ya estaba acostumbrado a ese tipo de comportamiento. Creo que el que mejor lo supo describir fue Paul Williams en la revista Rolling Stone en 1969: «Nunca tuve mucha suerte convirtiendo a la gente a los Kinks. Mi único deseo es que ya te hayas convertido. Si lo estás, hermano, te quiero. Tenemos que estar juntos en esto» .
Habría que valorar varios factores para explicar el éxito de The Kinks. La banda aterrizó en la escena británica con un sonido que mezclaba el music hall inglés con el Rhythm and blues americano que triunfaba en el Reino Unido con grupos como The rolling Stones. El éxito les llegó con el tema You Really Got Me que contaba con el riff más duro que el mundo había conocido. Esta pequeña revolución les permitió hacerse un hueco entre los grandes grupos británicos a los que imitaban con letras sencillas como las que copaban las listas de éxitos. Pero poco a poco Ray Davies impuso su personalidad y bajo su liderazgo el grupo se convirtió en el más estrafalario de la primera línea británica. Cada vez más de sus canciones se alejaban de la temática amorosa para dedicarse a reflejar costumbres de la vida cotidiana de la cultura inglesa: canciones sobre amas de casa, niños de papá o patatas asadas. Con la llegada de los discos conceptuales a finales de los sesenta llegarían incluso a dedicarle una especie de ópera rock a un instalador de alfombras con un hijo que se mudaba con su familia a Australia en busca de un porvenir mejor (Arthur (Or the Decline and Fall of the British Empire)). Pero eso fue ya en 1969, tras el que para muchos fue el mejor trabajo de la banda: The Kinks Are the Village Green Preservation Society.
En 1968 Ray Davies estaba preparando el lanzamiento de un álbum conceptual que homenajeaba la vida en las aldeas inglesas y, por extensión, la inocencia e idealización de los tiempos pasados. Era un disco cimentado sobre un sentimiento muy concreto que con el tiempo se convertiría en un signo distintivo de la banda: la nostalgia. El problema es que el proyecto llegaba precedido de un ola de pesimismo producida por las bajas ventas que los Kinks habían registrado en sus últimas grabaciones. La principal explicación de este fenómeno se debía a que tras una accidentada gira en 1965 (con peleas en el escenario y pasos por el calabozo incluidos) La Federación Americana de Músicos prohibió a The Kinks actuar en los Estados Unidos. En los años de la invasión británica con los Beatles y los Stones llenando sus cuentas bancarias de dólares esta decisión fue un palo para los hermanos Davies. Sin giras y con letras de orientación muy británica el ascenso de The Kinks en el mercado americano nunca terminó de despegar. Así pues, cuando el Single Wonder Boy tampoco se acercó a los puestos de cabeza de las listas inglesas Ray Davies decidió adelantar una canción de su nuevo álbum para que saliera como single. Así llegó al mundo Days, la canción más nostálgica del mundo.
Days es indiscutiblemente una de mis canciones favoritas, de esas que me tocan el corazón. Juega con mis sentimientos porque parte de una premisa genial: ante una dolorosa despedida no mirar con temor al mañana sino agradecer el pasado y alegrarse por poder llevar por siempre el recuerdo de haber conocido a una persona especial. Si a esto sumamos la dulce y sincera voz de Davies tenemos un cóctel que podría ablandar hasta al tipo más duro. El sentimiento de gratitud es tan universal que a lo largo de los años he visto como muchos fans utilizaban la canción para recordar a diferentes seres queridos: amigos, parejas, padres, etc. Cabría preguntarse entonces en quién pensaba Ray Davies cuando compuso esa canción que se hizo tan importante entre sus seguidores. La historia no tiene desperdicio.
La familia Davies estaba formada por seis hermanas y dos hermanos, siendo estos últimos Dave y Ray, miembros fundadores de The Kinks. Alguna de las más famosas composiciones de Ray estaban inspiradas en su familia y para Days se inspiró en la despedida de su hermana Rosie, que dejó Inglaterra para mudarse a Australia con su marido (sí, la ópera de Arthur también está inspirada en este suceso). Davies contó a la revista Rolling Stone que cuando su hermana se disponía a decir adiós solo se le ocurrió responder “gracias por ser mi hermana”. La canción es por tanto un homenaje a la infancia que los hermanos compartieron. Para alguien como yo, que también tengo a mi hermana viviendo lejos, este hecho convierte la canción en algo mucho más importante. Me sirve para recordar el tiempo que compartí en mi primer hogar y extender así el agradecimiento a mis padres, mis abuelos y todos aquellos que construyeron un mundo que ya no volverá. El mundo que vivimos yo y mi hermana.
Tengo muchas cosas que agradecer en la vida y para empezar a saldar mi deuda he buscado una buena excusa recordar todos esos días (interminables y sagrados) que he pasado escuchando a los Kinks. Estoy seguro que aún tengo muchos por delante. Gracias Ray, te debo muchas pintas.
Bonus: Ray Davies se emocionó al tocar la canción en el festival de Glastonbury en 2010, poco después de la muerte de su amigo Pete Quaife (antiguo bajista de The Kinks):